En 2024, millones de personas se siguieron viendo afectadas por brotes de enfermedades, exclusión de la atención médica y crisis como guerras, conflictos y peligros naturales en más de 75 países. Alrededor de 69.500 profesionales de Médicos Sin Fronteras (MSF) brindaron asistencia donde y como pudieron.
Conflictos en Medio Oriente
Tras los ataques de Hamás el 7 de octubre de 2023, la guerra de las fuerzas israelíes contra la población de Gaza siguió teniendo un impacto devastador en la vida de los palestinos. La guerra avivó las tensiones y la inseguridad en amplias zonas de Medio Oriente, lo que también intensificó el conflicto en el Líbano y en Yemen.
Las fuerzas israelíes desencadenaron una implacable campaña de ataques aéreos e incursiones terrestres, desde el norte de la Franja de Gaza hasta la frontera sur, arrasando barrios enteros. Nuestros equipos trataron a miles de pacientes con heridas de guerra, diarrea y enfermedades cutáneas, así como traumas psicológicos, además de atender a mujeres embarazadas, niños y niñas. Sin embargo, nuestros esfuerzos por ampliar las actividades se vieron obstaculizados por las fuerzas israelíes, que sitiaron la Franja e impusieron engorrosos controles administrativos y logísticos a los suministros que entraban en Gaza. Como consecuencia, los camiones que transportaban suministros médicos esenciales quedaban bloqueados de manera rutinaria. Mientras tanto, la inseguridad nos obligaba a interrumpir las actividades, hacer evacuaciones y volver a empezar, teniendo que adaptarnos a una situación en constante cambio. En el momento de escribir estas líneas, 11 colegas de MSF han sido asesinados desde el inicio de la guerra. Los echamos de menos y lamentamos su pérdida.
Las comunidades palestinas de Cisjordania también sufrieron las consecuencias de la guerra en Gaza. Las fuerzas israelíes infligieron niveles escandalosos de violencia en campamentos de refugiados y comunidades destruyendo casas y matando y mutilando a personas durante incursiones que, en algunos casos, duraron días. Durante estos períodos, las fuerzas israelíes impusieron estrictas restricciones al desplazamiento de la población, lo que significaba que no podían salir de su barrio ni siquiera para buscar, o brindar, atención médica. A pesar de estas medidas inhumanas, nuestros equipos hicieron todo lo posible por llegar a las personas necesitadas.

A fines de septiembre de 2024, estallaron las hostilidades que se venían acumulando entre Israel y Hezbolá en el Líbano desde los ataques de octubre de 2023. Las fuerzas israelíes invadieron el Líbano y lanzaron ataques aéreos generalizados, incluso sobre la capital, Beirut. Aunque la campaña fue corta, resultó extremadamente angustiosa para el personal y los pacientes, que a menudo tuvieron que realizar evacuaciones para escapar de incursiones o bombas. En respuesta, ampliamos nuestras actividades en las zonas a las que teníamos acceso gestionando clínicas móviles y donando suministros.
A principios de diciembre, cayó el régimen de Assad en Siria, tras una ofensiva de las fuerzas de la oposición. A fin de año, nuestros equipos exploraban formas de aumentar la prestación de atención médica en zonas del país que eran inaccesibles para MSF desde hacía más de una década.
Guerra civil en Sudán
El conflicto de Sudán entró en su segundo año en 2024, cuando las Fuerzas Armadas Sudanesas y las Fuerzas de Apoyo Rápido siguieron combatiendo en distintas zonas del país. La burocracia y las limitaciones de seguridad impuestas por las partes beligerantes complicaron nuestra capacidad de respuesta. Las restricciones impuestas hicieron que no pudiéramos responder a la escala que exigían las inmensas necesidades de las personas; la ausencia de otras organizaciones humanitarias y la falta de ayuda en muchas zonas hicieron que algunas situaciones de desplazamiento masivo, hambruna y violencia pasaran desapercibidas o quedaran profundamente desatendidas.

En Darfur, el asedio impuesto desde mayo al campamento de desplazados de Zamzam y a la cercana ciudad de El Fasher hizo que apenas se pudieran entregar suministros médicos o alimentos terapéuticos. La desnutrición en el campamento aumentó hasta tal punto que, en agosto, se declaró hambruna,1 pero la falta de suministros nos obligó a interrumpir nuestro tratamiento de desnutrición para pacientes ambulatorios en octubre. A lo largo del año, la inseguridad, incluido el ataque a hospitales, nos obligó a evacuar El Fasher.
Nuestros equipos en Sudán, y en los vecinos Chad y Sudán del Sur, adonde ha huido mucha población sudanesa, trataron a pacientes con lesiones traumáticas causadas por explosiones que les cambiaron la vida, así como con terribles casos de violencia sexual y enfermedades que se propagan rápidamente en entornos de conflicto y desplazamiento, como el cólera, la malaria y la hepatitis E.
Crisis olvidadas
La violencia entre los grupos armados y la policía se intensificó aún más en Puerto Príncipe, la capital de Haití, lo que la convirtió en uno de los lugares más peligrosos para el trabajo de nuestros equipos. El sistema sanitario ha colapsado, y muchas personas se ven obligadas a vivir en campos de desplazamiento informales con escaso acceso a servicios de agua y saneamiento. A mediados de noviembre, tras el ataque a una ambulancia de MSF por parte de la policía y grupos de autodefensa, en el que dos pacientes fueron ejecutados y miembros del personal que les acompañaban recibieron gases lacrimógenos y amenazas, suspendimos temporalmente todas nuestras actividades en Puerto Príncipe. Para fin de año, habíamos empezado a reanudar algunas de estas actividades.

En Myanmar, el conflicto en curso en el estado de Rakhine siguió causando desplazamientos y sufrimientos generalizados, pero apenas atrajo la atención internacional. Se destruyeron deliberadamente vidas y bienes, y muchas personas fueron reclutadas a la fuerza en el servicio militar. A pesar de las estrictas restricciones impuestas sobre nuestras operaciones y de los repetidos ataques a nuestras instalaciones, trabajamos para brindar atención adoptando estrategias alternativas, como las teleconsultas, siempre que era posible.
A partir de enero, se recrudecieron los combates entre el ejército congoleño y el M23 y otros grupos armados en Kivu del Norte y Kivu del Sur, en la República Democrática del Congo (RDC), donde personas y centros médicos quedaban atrapados una y otra vez en el fuego cruzado. MSF brindó asistencia médica y humanitaria en varios lugares, incluidos los alrededores de Goma, la capital de Kivu del Norte, donde se calcula que, hasta mayo, se habían refugiado hasta un millón de personas desplazadas.
En todos los países del Sahel, como Mali, Burkina Faso y Níger, nuestros equipos siguieron respondiendo, cuando era posible, a las necesidades de las comunidades que soportaban violencia continua y desnutrición recurrente. Sin embargo, nos enfrentamos a crecientes restricciones en las actividades y el acceso, y a la inseguridad por parte de los Estados y de los grupos armados.
Ataques a la atención médica
En 2024, registramos un aumento significativo de la cantidad de incidentes de seguridad que afectaron al personal, los centros y la infraestructura de MSF en comparación con los últimos años. Esto fue un indicio de la proximidad de las operaciones de MSF a los frentes de combate en los conflictos armados y de la volátil situación de seguridad en muchos de los lugares donde trabajamos, como Palestina, Haití, Sudán y la RDC. Algunos de estos sucesos —tiroteos, explosiones, asaltos a nuestras instalaciones por grupos armados, ataques a nuestras ambulancias— hicieron que suspendiéramos algunas actividades médicas durante el año. La decisión de interrumpir nuestros servicios, aunque sea de manera temporal, nunca se toma a la ligera. En última instancia, son las comunidades locales las que pierden el acceso a la atención médica que necesitan desesperadamente.
Sin embargo, estos acontecimientos no se limitan solo a MSF, sino que reflejan lo que viven las personas a las que atendemos y toda la comunidad humanitaria. En la actualidad, los grupos armados estatales y no estatales infringen cada vez más y de forma más flagrante el Derecho Internacional Humanitario, que se supone que debe proteger al personal y a la infraestructura médicos, y reducen el espacio en el que el personal humanitario puede trabajar de manera segura.
Violencia sexual
La violencia sexual está muy extendida en muchos de los lugares donde trabajamos, especialmente en entornos de conflicto, como Sudán, donde se utiliza como arma de guerra. En la RDC, las cifras son especialmente elevadas. En 2023, nuestros equipos atendían a dos víctimas o sobrevivientes de violencia sexual cada hora: un total de más de 25.000 personas en cinco provincias a lo largo del año. De forma alarmante, esta tendencia aumentó en 2024; solo en los campos de desplazados de los alrededores de Goma, en la provincia de Kivu del Norte, durante los primeros cinco meses, tratamos a casi 17.500 pacientes.
Nuestros equipos que trabajan en el Tapón del Darién, entre Colombia y Panamá, y en otros lugares de la ruta migratoria centroamericana, como México y Guatemala, atendieron en 2024 a muchas mujeres y niñas que habían sido violadas o agredidas sexualmente por bandas delictivas.
Personas desplazadas
En diciembre, nos vimos obligados a poner fin a nuestras actividades de búsqueda y rescate en el Mediterráneo Central con nuestro buque, el Geo Barents, debido a un clima político hostil y a nuevas leyes de migración en Italia, que hacían insostenible nuestro modelo operacional. Esta decisión se tomó después de que el Geo Barents fuera objeto de múltiples órdenes de detención de 60 días. Junto con la Unión Europea, las leyes y políticas italianas reflejan una auténtica despreocupación por la vida de las personas que buscan refugio y seguridad.

La mayoría de las personas que cruzan el Mediterráneo embarca en Libia, donde han sido objeto de violencia y abuso extremos. En Libia, MSF trató a personas con traumas físicos y mentales por secuestro, trata de personas, agresión y abuso sexual, así como con enfermedades agravadas por las pésimas condiciones de vida y la falta de atención médica. En ese contexto, negociamos con éxito que personas de Libia que necesitaban tratamiento urgente fueran evacuadas a Italia, donde son atendidas.
Las personas en la ruta migratoria del sur al norte de América siguen sufriendo abuso físico y mental. En respuesta, durante el año trabajamos en Panamá, Costa Rica, Honduras, Guatemala, México y Estados Unidos, donde brindamos tratamiento médico y de salud mental.
Además de atender las necesidades de personas desplazadas por la violencia mediante actividades a gran escala en la RDC, Sudán del Sur o Sudán, respondimos a las necesidades de personas en zonas como Mali y Mozambique. En Niafounké, brindamos atención médica a personas que huían del conflicto entre grupos armados no estatales y el ejército maliense. En Mozambique, la violencia continua en la provincia de Cabo Delgado sigue obligando a la población a abandonar sus hogares.
Respuesta a crisis médicas
Desde 2022, nuestros equipos han respondido a un ciclo continuo de grandes brotes de cólera, incluso en Yemen, Sudán, Sudán del Sur y la RDC, países marcados por los conflictos y los desplazamientos, que son factores que influyen en la expansión de esta enfermedad altamente contagiosa y potencialmente mortal. En 2024, también pusimos en marcha actividades en otros lugares, como Comoras, donde nunca habíamos trabajado; Zambia, donde volvimos por primera vez desde 2018; y Tanzania. Nuestra respuesta a estos grandes y prolongados brotes se vio dificultada por la falta de vacunas contra el cólera debido, en parte, a la gran demanda y al hecho de que uno de los dos principales fabricantes de vacunas orales interrumpió la producción.

A lo largo del año, los equipos de MSF trataron a una elevada cantidad de personas con desnutrición, en su mayoría niños y niñas, pero cada vez más mujeres, especialmente en Afganistán y Yemen. Nuestros equipos observaron niveles desastrosos de desnutrición en zonas de Darfur (Sudán), así como en el estado de Zamfara (noroeste de Nigeria), donde una búsqueda y detección masiva de casos realizada en junio reveló que, en dos zonas, uno de cada cuatro niños y niñas menores de cinco años sufría desnutrición. Esta crisis se ve agravada por una disminución mundial de la financiación para la desnutrición, que ha reducido la disponibilidad de alimentos terapéuticos preparados tanto para fines preventivos como de tratamiento.
En 2024, un brote de mpox (viruela símica), enfermedad vírica contagiosa que puede ser mortal si no se trata, comenzó a propagarse en la RDC y posteriormente a otros países de África, antes de que la Organización Mundial de la Salud la declarara emergencia de salud pública de importancia internacional en agosto. Nuestros equipos respondieron a la enfermedad en la RDC, en la República Centroafricana y en Burundi.
Reducción del espacio para la ayuda humanitaria
Tras 32 años, nos vimos obligados a poner fin a nuestras actividades médicas en Rusia en agosto, cuando el Ministerio de Justicia ruso decidió retirar el registro de la sección de MSF que gestionaba nuestras actividades. Esto supuso un duro golpe para las personas a las que atendíamos en el país, incluidos pacientes con tuberculosis de la región de Arkhangelsk, personas con VIH de Moscú y San Petersburgo y personas refugiadas y desplazadas internas afectadas por la guerra en Ucrania. Nos gustaría volver a Rusia, cuando las autoridades nos lo permitan.
En los últimos años, la financiación de la ayuda humanitaria ha ido disminuyendo, como demuestran las crecientes brechas en la atención médica y el aumento de las necesidades en los países donde trabajamos. Lamentablemente, esta tendencia continuó en 2024 y en lo que va de 2025, y muchos países recortaron o redirigieron las reservas destinadas a este tipo de ayuda. Aunque estos recortes de fondos no nos afectan directamente desde el punto de vista económico, nos preocupan profundamente. Está claro que ninguna organización puede llenar por sí sola el enorme vacío existente en el sistema de ayuda internacional. No obstante, mantenemos nuestro compromiso de brindar ayuda humanitaria médica independiente e imparcial a las personas que la necesitan.
*Directores de Operaciones de MSF: Dr. Ahmed Abd-elrahman, Akke Boere, Renzo Fricke, William Hennequin, Dr. Sal Ha Issoufou, Kenneth Lavelle y Mari Carmen Viñoles Ramon