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Etiopía

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MSF en Etiopía en 2019 En Etiopía, Médicos Sin Fronteras siguió cubriendo vacíos apremiantes en la atención médica, respondiendo a brotes de enfermedades y asistiendo a poblaciones desplazadas y refugiadas.
Etiopía

A finales de 2019, Etiopía albergaba a 750.000 personas refugiadas, la mayoría procedentes de tres países vecinos: Sudán del Sur, Eritrea y Somalia. Además, Etiopía, que es el segundo país más poblado de África, vivió episodios de violencia entre diferentes comunidades, lo que condujo a varias olas de desplazamiento interno. Finalmente, debido sobre todo a motivos económicos, Etiopía también fue el punto de partida de la ruta migratoria hacia Arabia Saudí.

MSF continuó trabajando con las autoridades etíopes para responder a emergencias (como brotes de cólera y sarampión), dar atención médica a comunidades remotas, poblaciones refugiadas y desplazadas, y tratar condiciones como el envenenamiento por mordedura de serpiente, el kala azar (leishmaniasis visceral) y otras enfermedades desatendidas.

Crisis de desplazamiento

En el primer trimestre de 2019, seguíamos trabajando en algunas woredas (distritos) del oeste de Etiopía, para atender a personas desplazadas por la violencia en la frontera entre Benishangul-Gumuz y Oromía. Hasta abril, cuando concluimos estas actividades, ofrecimos atención médica de emergencia y agua y saneamiento.

También en abril, iniciamos otra intervención de emergencia en Gedeo, en el sur del país, solo tres meses después de haber terminado otra en el mismo lugar. Tuvimos que responder de nuevo a un enorme deterioro en la situación humanitaria de las poblaciones desplazadas; las evaluaciones mostraron alarmantes niveles de desnutrición en niños y mujeres lactantes. 

En cinco meses de intervención en esta zona, atendimos a 5.100 personas, entre ellas 3.820 menores de 5 años con desnutrición grave, a los que tratamos mediante hospitalización o en régimen ambulatorio. En agosto, finalizamos estas actividades, tras ser reubicados la mayoría de los desplazados en el territorio vecino de Guji Occidental.

Estas dos crisis de desplazamiento, ambas vinculadas con tensiones y conflictos étnicos, fueron las peores que tuvieron lugar en Etiopía en 2018 y 2019; en los periodos pico, hubo cerca de 1,2 millones de personas desplazadas. 

Los equipos de MSF respondieron a estallidos de violencia en otros lugares del país, con intervenciones menores y cortas, por ejemplo, en Moyale (en la Región Somalí) y en Gondar y Metekel (en Amhara y Benishangul-Gumuz, respectivamente).

Deportación de migrantes

Personas de zonas rurales continuaron migrando con la idea de llegar a Arabia Saudí y otros países del Golfo y encontrar allí trabajos mejor pagados. Según la Organización Internacional para las Migraciones, en 2019, 138.000 personas (la mayoría etíopes, pero también de otros países africanos) partieron del cuerno de África y atravesaron el golfo de Adén hacia Yemen; este flujo migratorio es mayor que el que cruza el Mediterráneo rumbo a Europa.

Al mismo tiempo pero en sentido inverso, en 2019 llegaban cada mes a Adís Abeba cerca de 10.000 etíopes en vuelos procedentes de Yeda, en el marco del proceso de deportaciones iniciado por las autoridades saudíes en 2017. Estuvimos trabajando en el aeropuerto de Adís para atender a los recién llegados, así como en un centro de asesoramiento en salud mental en la ciudad. El periplo de estas personas es extremadamente peligroso; la mayoría presencian o sufren incidentes traumáticos, bien a manos de las mafias de traficantes de personas con las que cruzan a Yemen (país devastado por la guerra), bien en las prisiones saudíes donde permanecen detenidas antes de su expulsión del país.

Clínica móvil de MSF en la Región Somalí
Un equipo de MSF hace una parada en la aldea de Caado (en la Región Somalí) para recoger agua sucia, con vistas a una sesión de promoción de la salud centrada en la importancia de la purificación del agua. Etiopía, marzo de 2019.
Susanne Doettling/MSF

Región Somalí

En la zona de Doolo, ampliamos nuestro trabajo para llegar a las comunidades de pastores más vulnerables. Al acabar 2019, estábamos trabajando en 18 emplazamientos, mediante clínicas móviles con las que ofrecíamos atención médica general (que incluía salud materna). También consolidamos un sistema de vigilancia sanitaria con una estrategia que hemos llamado “equipos del té”, ya que supone aprovechar la hora o ceremonia del té para reunir y hablar con la comunidad, como es tradicional.

En septiembre, tras casi una década de actividades, transferimos a las autoridades sanitarias locales nuestras últimas actividades médicas en la ciudad de Dolo, en la zona de Liben. En los últimos años, los indicadores de salud se han estabilizado y tampoco llegaron a la zona demasiados refugiados de Somalia.  

Región de Gambela

Continuamos con nuestro apoyo al hospital de Gambela, el único de la región con atención especializada, para una población de unas 800.000 personas, la mitad de ellas refugiados de Sudán del Sur. Todos los meses, atendimos a entre 60 y 70 bebés en la uci de nenonatos y asistimos unos 250 partos. También realizamos cirugías y atendimos a decenas de personas en urgencias todos los días, por ejemplo a personas que llegaron heridas desde Sudán del Sur o que fueron agredidas durante los conflictos entre comunidades.

Aunque la cifra disminuyó, siguió habiendo 309.000 refugiados sursudaneses en Gambela hasta diciembre de 2019, según la ONU. Por eso, continuamos con nuestras intervenciones en los campos de Kule, Tierkidi y Nguenyyiel, y en el centro de recepción de Pamdong; realizamos 264.000 consultas externas, asistimos 2.230 partos y atendimos a 2.950 pacientes en el centro de salud.

Al final del año, concluimos nuestras actividades en el campo de Nguenyyiel y redujimos nuestras operaciones en Tierkidi, para centrarnos en la atención médica de calidad en zonas donde no hay otros proveedores de salud.

Región de Tigray

En 2019, más de 70.000 solicitantes de asilo eritreos buscaron refugio en Etiopía, lo que sumó presión a los centros de registro y recepción, y exacerbó las ya nefastas condiciones de los campos. En el de Hitsats, en la región de Tigray, nuestros equipos atendieron más de 3.000 consultas de atención farmacológica y psicosocial a personas con enfermedad mental grave y otras 1.160 consultas individuales de salud mental, todo ello tanto con personas refugiadas y como de la comunidad de acogida. 

Región de Amhara

En Abdurafi y sus alrededores, seguimos centrándonos en la leishmaniasis visceral (kala azar) y en el tratamiento del envenenamiento por mordedura de serpiente. Estas condiciones afectan sobre todo a los temporeros agrícolas, quienes, por una parte, no han desarrollado inmunidad al kala azar y, por otra, viven en malas condiciones y trabajan desprotegidos en el campo, lo que los hace un blanco fácil para las serpientes.

En este programa, hicimos la prueba del kala azar a 2.100 personas con síntomas compatibles y tratamos a 320 de ellas. También continuamos con la investigación clínica, para desarrollar un tratamiento más seguro y un mejor diagnóstico.

En cuanto a las mordeduras de serpiente, observamos un aumento exponencial: de casi 650 casos atendidos en 2018 a 1.430 en 2019, lo que refleja la magnitud del problema y la necesidad de invertir más en investigar nuevos antídotos.

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